Me caso este viernes y ya tengo impreso toooodo tu blog para pasar la noche de bodas leyéndoselo a mi marido. Qué gozada, oye, nena. Cuando pases por mi villa nos vamos juntas de pendoneo post-bodorril, que mi mariduchi solo quiere verme feliz.
Besos virginales,
Lady Vaga.
Queridita, os auguro la mas científica de las felicidades!
Espero que tu peluquero te haga unos reflejos y unos tirabuzones divinos para que las fotos en la iglesia te queden super-wonderful en el que sin duda será, como para cualquier mujer, el dia maaaaas feliz de tu vida, o sea. No te gastes menos de 300 euros en el perfume! Imaginate el super-disgusto si alguna invitada llevara el mismo!
Haces muy bien en educar a tu marido: no por eso le vas a querer menos. No te dejes liar por la brigada anti-tintes, que nos conmina a abandonar el camino de la ciencia y el bienhacer
Ya ves, soy de las hippies, me sigue gustando hacer el amor con él. Llámame retrógrada chica, pero no sé que tiene que lo único que me produce cuando le miro a esa carita es amor y ganas de quererle mucho, mucho, mucho.
HAla, que allá cada cual con su marido...
No se dan cuenta de que los maridos se acostumbran... y luego van a querer hacer el amor con ellas toooooodo el rato. La Ciencia lo ha demostrado: con el Método Maridill, los maridos son igual de felices o mas. Tu actitud es la de una esposa permisiva y sin carácter, y tu marido te está manipulando... los maridos son muy listos, y hacen o dicen cualquier cosa para conseguir que hagamos lo que ellos quieren.
Lady Vaga, corazón, te envío dos besos a un palmo de la cara (que no se nos estropee el maquillaje) y enhorabuena por tu decisión de maridillizar a tu maridito... no te arrepentiras!
:)
ResponderEliminarQuerida Dra. Pastelina:
ResponderEliminarPerdona que te responda con esta demora tan propia de las divinas como nosotras, pero es que, hija, acabo de leer tu súper mensajazo y me he emocionado, ¡yo soy así de sensible y delicada!
La boda fue un exitazo, pero no puedo contarte mucho porque estoy negociando la exclusiva con ¡Hola! y Vanity Fair, así que solo te adelantaré que fue una ceremonia civil íntima y sencilla y que el regalo más simple fue un pequeño retablo del siglo XVI para colocar la porcelana del salón. Una fruslería, ya sabes tú, ¡qué te voy a contar!
Eso sí, admito que durante el viaje de novios flaqueé y me acosté varias veces con mi ya marido... La carne es débil y tengo mucho que aprender de ti, pero aquí sigo, al pie del cañón.
Besos culpables,
Lady Vaga.